"-Pero -exclamé
casi gritando- hay cosas verdaderamente feas y prohibidas; ¡no
puedes negarlo! Están prohibidas y tenemos que renunciar a ellas. Yo
sé que existen el crimen y los vicios; pero porque existan no voy yo
a convertirme en un criminal.
-Hoy no agotaremos
el tema -me tranquilizó Max-.Desde luego, no vas a asesinar o violar
muchachas, no. Pero aún no has llegado al punto en que se ve con
claridad lo que significa en el fondo «permitido» y «prohibido».
Has descubierto sólo
una parte de la verdad. Ya vendrá el resto, no te preocupes. Por
ejemplo: desde hace un año sientes en ti un instinto, que pasa por
«prohibido», más fuerte que todos los demás.
Los griegos y muchos
otros pueblos, en cambio, han divinizado este instinto y lo han
venerado en grandes fiestas. Lo «prohibido» no es algo eterno;
puede variar.
También hoy
cualquiera puede acostarse con una mujer si antes ha ido al sacerdote
y se ha casado con ella. En otros pueblos es de otra manera.
Por eso cada uno
tiene que descubrir por sí mismo lo que le está
prohibido. Se puede ser un gran canalla y no hacer jamás algo
prohibido. Y viceversa.
Probablemente es una
cuestión de comodidad. El que es demasiado cómodo para pensar por
su cuenta y erigirse en su propio juez, se somete a las
prohibiciones, tal como las encuentra. Eso es muy fácil.
Pero otros sienten
en sí su propia ley; a esos les están prohibidas cosas que los
hombres de honor hacen diariamente y les están permitidas otras que
normalmente están mal vistas. Cada cual tiene que responder de sí
mismo."
-(De la obra
literaria: "Demian", página 23, Hermann Hesse)
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